En los últimos años la Iglesia Católica ha enfrentado fuertes escándalos, entre ellos, y el que ha generado mayor controversia, los casos de pederastia que han salido a la luz pública.
Según el Censo de Población y Vivienda de 2010, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en Coahuila hay 2, 209, 688 personas que profesan la religión católica, mientras que en Censo de 2000 había 1, 743, 978 individuos que se asumían creyentes. En Saltillo la población que dice ser católica es de 601, 905; en 2000 era de 455, 960. Los números muestran que a pesar de las polémicas que han girado en torno a esta iglesia la cifra de ciudadanos que aseguran ser católicos ha aumentado.
Sin embargo la población que profesa otras religiones ha tenido un aumento considerable, pues según el Censo de 2010 en Coahuila, 327, 442 personas aseguran que visitan iglesias protestantes, evangélicas, bíblicas o de diferentes evangelios; en 2000 la población era de 137, 388. Mientras tanto en Saltillo existen 70, 998 personas que afirman pertenecer a la religión protestante; en 2000 la población eran 30, 100 los que se asumían como creyentes.
La otra cara de la moneda es aquellos quienes por diversas causas prefieren no seguir a ninguna institución religiosa. El número de personas aseguró que no acude a la iglesia es de 151.311 en Coahuila; y en Saltillo es de 21, 689.
Para mostrar la diversidad que ha surgido en estos últimos años en Saltillo, nueve personas compartieron con Ruta Libre sus historias. Algunos migraron de la religión católica a la iglesia cristiana, al judaísmo o al agnosticismo. Otros han conservado las creencias de sus padres y han puesto a prueba su amor por la religión.
Estas personas relatan cómo ha sido su acercamiento con las instituciones religiosas, hablan también sobre la apertura a nuevas creencias en la ciudad, además de reflexionar sobre el panorama actual y los problemas a los que se enfrentan las iglesias.
Una búsqueda constante
Para Rubén Hernández, presidente del área norte de México de la comunidad Brit Brajá, el respeto que se generado en Coahuila hacia distintas creencias y expresiones ha traído muchos beneficios. "Las personas ya son libres de escoger en qué creer y eso es muy bueno, ya no se sienten con aquel temor hacia el qué dirán, son libres de expresar la fe que tienen, en el judaísmo respetamos otras religiones", comparte Rubén.
Además del respeto, comenta que el judaísmo invita a adquirir responsabilidades como ser humano. "Al hacerte cargo de tus actos y tener una relación directa con Dios se obtiene un compromiso más fuerte, más formal ya no hay a quién echarle la culpa de lo que hagas", platica Hernández.
Hace cerca de 9 años, Rubén se convirtió al judaísmo. “Cuando murió el papá de mi esposa le dejó un libro donde venía toda la historia de su familia, allí descubrimos que tenía raíces judías muy fuertes, entonces quisimos retomar lo que nuestros ancestros habían dejado y así empezó”, comparte Hernández.
Varias fueron las rutas que Rubén y su familia siguieron antes de convertirse. “El judaísmo está basado en tres pilares uno es el servicio a Dios, el otro es el amor, nosotros pasamos por varias religiones”, expone Hernández.
“Fuimos católicos, en la búsqueda de Dios estuvimos con los testigos de Jehová, allí nosotros aprendimos el servicio, de allí pasamos al cristianismo, donde fui pastor por 14 años aproximadamente, allí conocimos el amor a Dios, y ahora que estamos en el judaísmo pasamos por el tercer pilar que es la Torá”, expresa.
Este encuentro con el judaísmo, explica Rubén se dio de una forma muy natural. “Para mí y mi familia fue muy fácil, he conocido personas que dicen que es una religión muy difícil, pues tal vez lo sea, pero ya cuando haces las cosas, sin pensarlo se hacen parte de ti”.
Hace 3 años, con el Rabino Jacques Cukierkorn, se formó el Centro Cultural Hebreo Bet Ya'acon en Saltillo, el cual está ubicado en la Calle 8, esquina con 27 de la Colonia Lomas de Zapalinamé. Rubén recuerda que empezaron con 6 miembros y en este momento son cerca de 35. "Nosotros no somos proselitistas, por eso la comunidad es muy pequeña, siempre pensamos que las personas deben estar en el lugar que quieran. Nunca he oído que una religión te enseñe a hacer cosas malas".
¿Al preguntarle qué origina que los seres humanos anhelen un acercamiento con un ser superior?, él responde: "muchos andamos buscando en religiones o en algún lugar, pero lo que realmente pasa es que Dios está dentro de ti, esa chispa que puso dentro hace que vayamos en esa dirección, en esa búsqueda hasta encontrarlo, y lo puedes hallar en cualquier lugar, pues toda la creación la hizo él".
Una de las mayores alegrías que el judaísmo le ha dado a Rubén es tener una relación directa y personal con Dios, además de ver cómo sus nietos ya empiezan a hacer sus cantos y oraciones en hebreo. "En el judaísmo se dice que no eres judío hasta que tus nietos son judíos", señala con orgullo.
Dios está en todos lados
Al igual que a Rubén a Maggie le cambió la vida su encuentro con la religión. Ella no puede olvidar el momento en el que unos misioneros tocaron a su puerta. Recuerda que fue el 27 de junio de 1998 cuando ellos llegaron a su casa provocando una transformación en ella y en su esposo. Él asistía a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pero se había “inactivado” desde los 22 años. Y Maggie había crecido dentro de una familia que se definía como católica, pero ella jamás había visitado una iglesia.
“Yo me siento muy agradecida con ellos (los misioneros) por haber tenido la sensación, la espiritualidad de saber que a esa casa debían ir para que nosotros pudiéramos conocer esta religión y mi esposo pudiera reactivarse”, comparte Maggie, quien junto a otros hermanos da, todos los martes y jueves de 9 a 12, un recorrido para aquellos que quieran conocer Estaca, Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ubicada en la calle Reynosa de la Colonia República.
Hace 6 años que Maggie y su esposo dejaron Chile, su tierra natal, para instalarse en Saltillo. “Dios nos mandó para acá, nosotros todo lo dejamos en sus manos, si a uno le están ofreciendo algo lo consultas con Dios y él te va a responder qué es lo que quiere", relata Maggie. "Mi esposo sintió que sí que debíamos venirnos, a él le ofrecieron este trabajo y aceptó, por muchas cosas sabemos que Dios quiso que estuviéramos aquí”, señala Maggie. Al cuestionarle si extraña su país contesta que no, pues “a cualquier parte del mundo a donde vaya siempre va a estar la iglesia”.
Llenar un vacío
Maggie y su esposo forman parte de los 14 millones de miembros que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene, según cifras proporcionadas por Moisés Elaman Montejo Corona, presidente de Estaca.
Contrario al encuentro que Maggie tuvo con la Iglesia a la edad adulta, Montejo relata que él nació dentro del Evangelio, pues sus padres se bautizaron hace 40 años. Moisés confiesa que él, como muchos otros de los miembros de la Iglesia tuvo que descubrir si lo que estaba viviendo era real o solamente seguía la fe de su familia. Esa certeza afirma que le llegó a los 7 años.
Ahora, varios años después, como presidente de Estaca, Montejo advierte el gran crecimiento que ha tenido la Iglesia de Jesucristo en los últimos años. “Estamos en más de 160 países en todo el mundo, pero nuestras congregaciones van creciendo, tenemos cerca de 90 mil misioneros de 18 hasta 25 años en el mundo y tenemos cerca de 10 mil matrimonios misioneros, pero no es suficiente para un mundo con más de 6 mil millones de personas”, expone.
Consciente de que la sociedad va cambiando, Montejo ve en las nuevas tecnologías una herramienta para acercarse a las personas. “Tenemos sitios web, puedes entrar a YouTube y teclear Mormon Channel y vas a obtener 2 mil videos que la Iglesia a posteado hasta este momento, pueden buscar en Facebook y tenemos cuentas oficiales”, señala.
Al estar al frente de Estaca, ha observado que lo que el ser humano busca más en la actualidad es identidad. “Muchos han olvidado la esencia de su persona, todos somos hijos de Dios, pero hay una gran cantidad que lo ha olvidado, hay un vacío en el espíritu y en el corazón, la gente se acerca a la Iglesia porque tiene necesidad de llenar ese vacío”, argumenta Moisés, y añade: “tal vez suena muy ambiguo, pero cuando hay desánimo, cuando se va la esperanza, la paciencia, la caridad es porque estamos olvidando que somos hijos de Dios”.
En alguna parte de su interior todos los seres humanos tienen bondad, amor y fe, afirma Montejo. “Tal vez se ha perdido o tal vez está inerte o dormida, lo que nosotros ofrecemos es enseñarles y permitir que cada persona por si sola experimente el saber que este mensaje que nosotros compartimos es verdadero”.
Al observar las transformaciones que tiene un individuo después de haberse acercado a la Iglesia, Montejo se llena de regocijo, pues sabe que su trabajo ha servido. “El ver el cambio real de las personas me llena de fe y sigo teniendo en mi corazón el testimonio de que Dios y Jesucristo viven, solamente ellos pueden hacer estos cambios”, dice Montejo.
Por último, deja en claro que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días respeta a las demás religiones, pues asegura que lo importante es que logren un cambio favorable en los seres humanos. “Que aumenten sus valores, su decisión de hacer el bien, es fabuloso, nosotros nos unimos a esas religiones, es decir trabajamos en conjunto”, enfatiza Montejo.
Acompañar al ser humano
Para Plácido Castro, sacerdote de la Catedral de Saltillo, también es importante el enlace de la iglesia católica con otras instituciones religiosas. “Creo que es excelente que exista ese anhelo del ser humano de buscar a Dios”, reflexiona. “Jamás la Iglesia Católica debe sentirse como la que acapara la salvación, pues Dios está en todas partes”, añade Plácido.
“¿Si Jesucristo físicamente estuviera ahorita aquí, cómo él se relacionaría con la gente, cómo él nos ayudaría a acercarnos a Dios”, es la pregunta que debe hacerse la Iglesia Católica, según Plácido Castro Zamora, sacerdote de la Catedral de Saltillo, para seguir haciendo presente el evangelio en la sociedad.
“Muchas veces nos relacionamos con Dios no al estilo de Jesucristo, sino al estilo de la tradición, una relación de miedo, o una relación como si Dios fuera una especie de hospital donde me acerco a él porque estoy enfermo”, expone Castro.
Para el sacerdote el trabajo de la Iglesia debe ser como el que realiza una madre con sus hijos. “Ama, cuida, da ternura, señala caminos, corrige, pero lo esencial de una madre es que da vida”, expresa. Plácido, quien forma parte del 81.7% de la población en México que profesa la religión católica, según el último Censo, realizado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) en 2010.
Él está consciente de que la sociedad va cambiando y que la religión debe hacerle frente a esto. “Por donde el ser humano va caminando por allí la Iglesia tiene que ir”, indica Castro, y añade: “ahorita una de las características de nuestro tiempo son precisamente las redes sociales, todos estos avances en cuestión de comunicación y en la tecnología, sería un error gravísimo que la Iglesia ignorara esto”.
A pesar de que los últimos años no han sido fáciles para la religión católica, se ha mantenido en pie. “Creo que en la Iglesia debemos pedir perdón de aquello que hemos cometido, aunque haya sido en otro tiempo, digo hemos porque somos la misma familia”, expresa Castro.
Sin etiquetas
A esta gran familia de católicos perteneció Gabriela, quien lleva cerca de un año asistiendo a la Iglesia Cristiana. “Dios no trajo diferentes religiones, siento que somos una sola”, afirma.
El acercamiento surgió cuando ella atravesaba por un momento difícil en su vida. “A veces pasan cosas y no sabes cómo reaccionar y sientes la necesidad de buscar algo más, y ese algo más es Dios”, comparte Gabriela. “Al expresar con algunos amigos cómo me sentía, ellos me aconsejaron que buscara a Cristo”, añade.
Las hijas de Gabriela estudian en un colegio católico y también acuden a la Iglesia Cristiana. Al preguntarle si esto les causa alguna confusión a las niñas, ella contesta: “somos de familias católicas, convivimos con católicos y cristianos, yo les explico que no es nada malo ir a las dos iglesias, pues nos ayuda a crecer como personas el hecho de que nos enseñen y nos hablen de Cristo”.
Gabriela dice que es necesario para los seres humanos creer en algo, ya que “nos lleva a buscar, a no estar estancados, a tener un hambre de más, de acercarnos a Dios”.
Este último año ha sido muy importante para ella, pues afirma que ha experimentado un crecimiento espiritual. “Estoy en una etapa de transformación, me siento como un bebé, porque no tengo todos los conocimientos, pero quisiera ser mejor persona como mamá, como pareja, en todos los aspectos”, comparte.
Convencida de seguir por su camino de la fe, Gabriela dice: “Dios no vino a separarnos con las religiones, al contrario, aquí el fin es que todos busquemos a Dios, sin alguna religión, sin ninguna etiqueta”.
Un estilo de vida
Gabriela es parte de ese movimiento de personas que se han acercado a otras Iglesias. Para Josué Galindo, pastor de jóvenes de la Comunidad Cristiana, ubicada en Periférico Luis Echeverría y Otilio González, el crecimiento de la Iglesia en los últimos años ha sido notable, pues destaca que anteriormente el mayor porcentaje de los habitantes de Saltillo eran católicos, pero ahora la apertura ha ido en aumento. "Al menos nosotros tenemos cerca de 300 reuniones en casa donde se comparte la palabra, sé que ha crecido mucho en estos tiempos", declara Galindo.
"Yo creo que la libertad siempre es buena, porque al final uno tiene que definirse claramente, uno de los grandes problemas que yo veo es la incongruencia, hay mucha gente que dice ser cristiana, que dice ser católica, pero al mismo tiempo no profesa esa fe, no se define", añade Josué.
Hace 8 años Galindo decidió seguir el ejemplo de su padre, quien fue pastor durante 30 años. Relata que era pequeño cuando aprendió por experiencia propia que Dios podía sanar y desde entonces ha permanecido cerca de él.
“Mi papá ya era cristiano cuando yo nací, pero se metió más porque yo tenía un problema, tenía que ver con un asma muy fuerte, un pulmón no se me había desarrollado bien y me privaba, él se desesperaba y fueron con muchísimos doctores hasta que conocieron a una persona que les dijo que Dios sanaba. A mí me sanó y desde ese momento mis papás se enamoraron del Señor”, comparte Josué,
Para Josué la Comunidad Cristiana, ministerio que nació en Saltillo en 1983, no es una religión, sino un estilo de vida. “Nosotros les ofrecemos que se den la oportunidad de experimentar a un Dios que nos ama, que es real, palpable y que cambia absolutamente todo lo que nos afecta para tener una vida mejor”, señala Galindo.
Ser un guía para los jóvenes implica un verdadero reto, pero Josué y la Comunidad han sabido cómo adaptarse a estas transformaciones sociales. “Nosotros nos hemos esforzado mucho por buscar ser muy creativos, mientras más va avanzando esto, más nos damos cuenta que las nuevas generaciones son cada vez más visuales, buscamos echar mano de la multimedia, del diseño gráfico, las artes, la música, llevar mensajes consistentes, pero de manera muy afable”, comparte el pastor.
El logro más grande que ha obtenido durante estos 8 años como pastor ha sido poder ayudar a las personas. “A mí me arde el corazón cuando veo gente sufrir, sé también que yo tengo un límite, porque no soy Dios, pero mi mayor satisfacción es el privilegio que Dios me ha dado de poder servirle a la gente”, confiesa Galindo.
Por eso para Josué la ayuda social que brinda la Comunidad Cristiana mediante Mesón del Cielo ha sido tan importante. Se trata de una casa de restauración de adicciones gratuita. El método que se utiliza es la Cristoterapia, donde por medio de conferencias las personas aprenden principios bíblicos que los encaminan a una sanidad espiritual y física.
“Es impresionante ver cómo entran y cómo salen. Cuando nosotros hacemos este trabajo para estas personas es más fácil conocer el amor de Dios”, destaca Josué, y agrega: “vemos como Dios no solamente les restaura la vida y los reincorpora a la sociedad, sino que también les restituye lo que ellos perdieron en su pasado”.
Uno de los principales problemas que Josué observa en el ser humano en la actualidad es la falta de esperanza. “La gente ha sido muy maltratada en su fe y esto ha provocado que haya caído en depresiones, angustias, temores, en enfermedad, y se ha aislado”, expone Galindo y añade: “llegan con la necesidad de ser amados, de ser escuchados, pero sobre todo de una palabra que les genere a ellos nuevamente la oportunidad de creer que esto puede funcionar”.
La necesidad de trascender
Aguinaldo coincide con Josué al advertir que la sociedad se ha vuelto muy individualista en los últimos años. Confiesa que él es creyente de un Dios, sin embargo no está convencido del trabajo que realizan las religiones actualmente. "Creo que ninguna está llevando una causa humanitaria, se apegan más a los fines de cada grupo, entonces el individuo debe de buscar a Dios por su cuenta más que en una institución", destaca.
Aguinaldo, quien es licenciado en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Coahuila, dice que prefirió adentrarse en estudios filosóficos y antropológicos para entender lo que sucede a su alrededor. "Empiezas a ver que hay ciertos rasgos dentro de la Biblia, el Torá, y otros tantos que tienen un Dios bipolar en muchas ocasiones, pero hay un Jesucristo que hace ruido, pienso yo que allí está el verdadero mensaje de los cristianos", expresa.
Aguinaldo comparte que aunque creció en una familia católica lleva años buscando sus propias respuestas a las interrogantes que surgen.
"Siempre ha existido esa búsqueda de las personas por encontrar un ser superior que calme esa inquietud de saber que tenemos algo eterno, porque realmente después de la muerte no hay garantía alguna de que vayas a un paraíso, un nirvana", expone Aguinaldo, y añade: "sí hay algo, en la física, en la química, hay leyes universales, pero quién las controla, esto te hace debatir la existencia de un Dios. Es la necesidad del ser humano antropológicamente de trascender".
Deseo de superarse
Igual que Aguinaldo, Conrado Reyna no practica ninguna religión, pero confiesa que ha encontrado en la masonería un "modo de vivir y de desarrollarse en la vida".
Hace 44 años que se inició en la masonería, y ha permanecido durante 18 años en la Logia Igualdad. Conrado dice que para ser masón tiene que existir el deseo de superarse. "Deben ser hombres de una moral excelentísima, que no hayan tenido problemas de sangre, heridos o muertos, nada de eso, todo el que tenga ese problema no es recibido en una logia", señala Reyna.
Aunque la sociedad ha cambiado, la masonería sigue fiel a sus principios, comenta Conrado. "Llevamos a cabo lo que nos dejaron nuestros hermanos mayores, pero ya no es igual, ya la masonería no es la de aquellos años, ya es otra cosa, se batalla mucho con los jóvenes ahora, porque quieren cambiar el modo de trabajar en la logia", añade Reyna.
Al preguntarle cómo fue su primer acercamiento a esta fraternidad, Conrado recuerda que lo metieron "a la fuerza" en la masonería. Inclinado siempre a ayudar a los demás, Reyna se ganó el respeto del comandante Raúl Lemuel Burciaga, quien un día se presentó ante él con una solicitud para que Conrado se iniciara en una logia. "La vi y le dije 'no, a mí no me gusta eso', y él me dijo 'tú eres masón antes de estar en la masonería, tú ayudas a mucha gente, a mí me consta', allí le firmé la solicitud".
Entonces comenzó un nuevo capítulo en su historia. "Cambió mucho mi vida entrar a la masonería, yo no me esperaba esto, pensaba todo lo contrario, creía que iba a perder el tiempo, pero se transformó mi vida, después de iniciarme me consideré otra persona", expresa.
"Me ha gustado mucho esto, fui subdelegado del Supremo Consejo de México, al menos yo llevé a muchos hermanos allí, que es donde le daban a uno el grado 32 y medio y el 33. Allí llevé a muchos hombres de la política como Flores Tapia", destaca Reyna, quien a sus 93 continúa fiel a la masonería.

